viernes, 30 de diciembre de 2011

157 ¡A dormir en la cuna yo!

No es una niña que duerma mucho, pero desde que volvimos del viaje, aún parece que duerma menos y sobre todo, ya no quiere dormir sola. Lo cierto es que me gusta que esté en la cama con nosotros, todos juntos y calentitos y más ahora con el frío del invierno, pero ha roto completamente la vida de pareja y eso hay días que lo llevo fatal.

Antes se dormía y podíamos dejarla sola en la cuna, pero ahora, estando en la cama, tan pronto mi mujer se levanta para ir al baño, nota su ausencia, y por mucho que me acerque yo a ella para que no note ese vacío, se da cuenta del cambio y enseguida se pone nerviosa y a llorar.

No se duerme si no es con el pecho, ni por la noche, ni para hacer la siesta. Así que mi mujer se acuesta con ella a mediodía y también por la noche poco después de bañarla. Si antes veíamos poco la tele, ahora menos y de verla en pareja o estar un rato juntos hablando de cualquier cosa antes de acostarnos, ya nada de nada. ¡Y sólo han pasado unos pocos meses!.
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lunes, 26 de diciembre de 2011

156 Trotamundos

Hace poco nos fuimos de viaje con la niña. Resultó más difícil conseguir la cita para el DNI o el pasaporte, que todo el viaje en sí. Hay que anotar que se portó muy bien, tanto en el autobús, como en el tren y también en el avión. ¡Para que digan que con niños ya no se puede hacer nada!. Eso sí, como nos llevamos lo estrictamente necesario, prescindimos del carro y de la cuna de viaje y así íbamos con ella a todas partes en brazos, incluso dormía en la cama con nosotros.

Se fijaba en todo. Le encantaba ir mirando cada lugar o incluso ofrecía su sonrisa a todo aquel que le dedicaba su atención y algunas palabras en lenguas desconocidas. Igualmente se acostumbró muy bien al cambio horario, pero los problemas empezaron a surgir tras la vuelta a casa. Dejó de querer dormir sola en la cuna. Si antes le gustaba poco el carro, ahora aún le gustaba menos y con la vuelta al horario habitual y coincidiendo también con el cambio al horario de invierno, se vinieron abajo todas las rutinas y llegaron nuevos berrinches, especialmente para dormir.

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viernes, 16 de diciembre de 2011

155 Moda de lactancia

Llega el frío y mi mujer es bastante friolera, hasta el punto que cuesta imaginar que una persona a la que tocas y está tan helada, pueda estar viva. “¡Claro, si fueras un poco más fogosa...!” le digo yo alguna vez aludiendo a mi ardiente virilidad.

Tener que salir de la cama por las noches, y “despelotarse” para acercarle el pecho a la niña, es algo que le incomoda tanto, que ha optado por coger unas camisetas y unos jerséis polares viejos y hacerles unos agujeros por los que sacar los pechos. ¡Lo qué me faltaba!. ¡No veas qué moda!. ¡Eso si qué me pone!. Me parece algo muy sensual y erótico, rozando la moda “sado” en cuero, sobre todo, cuando se pone una camiseta negra, que produce un gran contraste con esos pechos tan blancos, con los prominentes y rosados pezones en el centro que parece que me estén mirando.

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domingo, 11 de diciembre de 2011

154 El trono

Mi mujer ha tenido que prepararse una silla plegable para cuando se levante por las noches a darle pecho. Parece el trono de un monarca, con cojines, cubierto con una manta, con reposa-brazos... Pero empieza a quejarse de lo engorroso que es tener que levantarse cada poco tiempo por las noches, del frío que empieza a hacer y del hecho que a veces le cuesta mucho dormirla una vez sacada de la cuna, teniendo que meterla algún día dentro de la cama.

¡No lo hagas, que la vas a malcriar!. ¡Huy!, ¡Cómo se acostumbre!..., nos sigue diciendo la gente. Poca gente admite que acabaron haciendo algo similar. Al fin y al cabo, el bebé es siempre el rey de la casa y lo que más necesita es calor humano, compañía, confianza, seguridad...

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lunes, 5 de diciembre de 2011

153 El canguro loco

Era una atracción de feria que nos gustaba mucho de pequeños a mi hermano y a mí. Nos sentábamos sobre un sillón y tras anclarnos con un cinturón con el que más de uno podría salir disparado, si no fuera porque íbamos acompañados de nuestros padres y estos nos agarraban con fuerza, la máquina iba dando saltos y vueltas hacia delante y hacia detrás.

Pues parece que ir a saltos es algo que le gusta a nuestra niña. A veces, cuando le cuesta dormir y se pone a “berrear” desesperadamente, cansada ya de pasear pasillo arriba, pasillo abajo, por el patio, incluso saliendo a la calle y cuando ya nada de esto surte efecto, con ponernos a dar saltos con ella en brazos parece que se relaja, se calma y por fin deja de llorar. Vaya ritmo. ¡No querías estar en forma!. Si aún parecerá que nos entiende.

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