sábado, 25 de junio de 2011

097 El llanto y la paciencia

El otro día, de vuelta a casa tras haber hecho una buena ruta por la montaña con la bici, pasé por al lado de una madre que llevaba a su hijo llorando en el cochecito. "Acostúmbrate a oír eso todos los días", me dijo uno de mis amigos.
Lo cierto es que no hay nada que me guste menos que oír llorar a un niño. Pero también al día siguiente, cuando acabé de trabajar, me crucé con otra madre que llevaba un carrito con otro niño que tampoco paraba de llorar. No me resultó nada molesto y me sentí en cierta manera como atraído o hechizado, deseoso de tener ya a nuestra hija entre los brazos.
Pero seguro que puede llegar a resultar duro si el bebé llora y llora y llora y no sabes bien qué pasa o qué hacerle. Sin duda ser padre será un gran ejercicio para entrenar la paciencia.
Mi madre me dijo que yo de pequeño lloraba tanto, que un día mi padre dijo "que se calle ya o lo tiro por la ventana". Poco después e pudo descubrir que yo tenía una gran infección de oídos. Estas pueden parecer unas palabras realmente duras para un padre. Espero no dejarme llevar por la ira y no perder nunca la paciencia de este ni de ningún otro modo. Sin lugar a dudas debe ser todo un ejercicio de entrenamiento que espero poder aprobar, porque lo cierto, es que hay aspectos de mi vida en los que soy poco paciente y acabo exaltándome con facilidad, quizá mezcla de la pasión de mi carácter.

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