jueves, 2 de diciembre de 2010

012 La comadrona

Por fin llega la cita con la “comadrona”, esperemos que no sea una comadreja. A ver qué nos cuenta. Después de recorrer el ambulatorio, ahora sube a la primera planta, ahora baja al semisótano, llegamos un lugar de paredes grises y vacío. No hay nadie en los pasillos, a diferencia de la planta baja, que es un continuo deambular de gente. Esto parece la antesala de una cámara mortuoria. La consulta no está indicada, pero por unos pósteres de bebés deducimos que quizá sea esta la puerta indicada. Nos sentamos en unos banquillos de madera hechos para “pasilargos” y nos distraemos mirando algunos pósteres y calendarios. ¿Saldrá alguien a avisarnos?. Al lado parece estar el archivo, abierto de par en par y con unas estanterías llenas de historias clínicas hasta el techo. ¡Eso es protección de datos!.

Por fin se abre una puerta y asoma una chica que parece amable. Es “nuestra” matrona.

Le habla todo el rato mirándola a ella con esa complicidad única entre mujeres. Parece que el embarazo es algo exclusivo de ellas. En algún momento decide mirarme, tal vez extrañada de que hubiese alguien más en la consulta.

Le explica lo que puede comer o no; cómo comer para evitar las angustias. De fiambre o embutidos, nada de nada que no esté cocido, o bien ha de congelarlo durante 48 horas antes de comerlo. Le recomienda evitar medicaciones y esto me parece algo realmente curioso (no se supone que son para curar). Al fin y al cabo parece que son más nocivas que curativas y pueden dañar al feto. Pero bueno, ella nunca ha querido tomar ninguna clase de pastilla o potingue farmacéutico de insospechados efectos. La mide. La pesa. Le toma la tensión. Le dice que evite el contacto con gatos para evitar la toxoplasmosis. Le da un librito sobre el embrazo, le pide un análisis y también le da la próxima cita. Después consulta una tabla y nos da la fecha previsible para el parto. Dice que es buena fecha, pero no estamos muy seguros, porque poco antes a ella se le acaba el contrato.

Y eso es todo por hoy. Ha invertido casi una hora en atendernos, y eso en la sanidad pública, con un servicio que comentaban que estaba saturado. Nos vamos con buenas impresiones.

¡Hasta la próxima!.

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